Saturday, September 30, 2006

Un velo rosado cayendo

Sé que no te gusta escucharme. Ni el tono ni las palabras que digo. Te sueno a mierda. La forma que tengo a veces de alargar algunas sílabas, las palabras que escojo podrían darme un aire de esos. Pero no es tan simple como decir: "si tuviese otra voz estaría conmigo". Por más que de tu teoría fonética deduzcas que no soy quien podría. Soy la excepción a la regla. Eso también lo sabes. Un maestro del disfraz forzado que no me hace parecer quien quiero ni quien soy. En este momento deberías abrazarme. Si tu me dijeras esto yo te abrazaría fuerte fuerte hasta que se te pase. Te sobaría la cabeza, te besaría la frente y me darías un beso apasionado y agradecido por ser quien soy. Ya te he dicho antes que tiendo a dramatizar mi vida. Y eso que hoy me dieron dos noticias alegres: Así es la vida y la La risa, remedio infalible. Voy a reír toda la noche y tratar de no recordarte. ¿Pero qué haré si veo tu cabello, tu espalda al viento y las tiras rosadas de aquel vestido? ¿Mi sonrisa se volverá una mueca de sorpresa? Las mil corazas, el millón de disfraces caen ante las emociones y quedo desprotegido y único. Así me presenté ante ti un día. Así me viste -te acuerdas- y no te gustó. Así me presente siempre ante ti y te fuiste acostumbrando. Así estuve ayer y me tomaste. Así estoy hoy que no estás. Así estaré mañana y quizás despierte con tu sonrisa, una exclamación vivaz de mi nombre. Un hola. Yo también te extrañe. Esa es mi esperanza de todas las noches. Con esa esperanza vivo ahora. Por eso me mantengo. Por eso sobrevivo.

Friday, September 29, 2006

Alguien debería decirle a los árabes que Dios ha muerto

Alguien debería decirle a los árabes que Dios ha muerto.
Mi enamorada ha desaparecido. No es la primera vez que me pasa. Siento que no le va mal a pesar que la hayan recluido en un sanatorio mental. Igual sigo enamorado. De vez en cuando asoma su carita por la ventana. Eso me basta la mayor parte del tiempo...
Alguien debería decirle a los árabes que Dios ha muerto.
El tratamiento consiste en repetirle que nada de esto es real. Que en realidad no existo. Sacarla de ese mundo paralelo en donde tanto sufre. Pero se que me ve entre sueños y que sabe que aquellos besos son reales.
Alguien debería decirle a los árabes que Dios ha muerto.
Que es hora de liberarse, de mirar de frente al futuro. Sí, es hora de liberarse. Amor, luz de mi vida, es hora de liberarse.


Tuesday, September 26, 2006

Lo que les falta a las latinas para ser mujeres

Al salir de la universidad me encaminé hacia el lago. Me presté una bicla pensando en llegar a la frontera con Francia, pero no había terminado de bordear el lago cuando me invadió la apatía y decidí regresar. Recuperé mi billete de 50 francos y caminé hacia la marina repleta de yates. Me senté a mirar el agua verde oscuro y como los cisnes aseaban sus plumas. Cuando me estiré para bostezar a gusto vi una cabecita castaña oscura hasta entonces oculta entre las rocas. Me hice visible a ella, volteó y nos saludamos con la mirada y un leve movimiento de labios. Después de un rato cerró el libro que tenía sobre su falda celeste y se quedó mirando el lago. Empezamos a hablar. Cuando nos despedimos, me di cuenta de cuanto les faltaba a las latinas para llegar a ser mujeres.
Es que son décadas de aprender a vivir con el propio destino en la mano. A fin de cuentas todo termina siendo cuestión de madurez. Por ahora las latinas parecen niñitas o adolescentes irresponsables jugando con su capacidad de decisión. Retando a las normas más que viviendo plenamente. Y cuando acaban de jugar terminan sintiéndose mal consigo mismas.
Quizá la próxima generación de latinas deje de comportarse como si recién conocieran lo que es la libertad, como si fuera un descubrimiento que tienen que gritar a los cuatro vientos. Ya crecerán. Ya cambiarán sus genes y dejarán de tener que luchar consigo mismas para suprimir sus ganas de ir solitas a la cocina. Ya cambiarán sus genes y dejarán de preocuparse por si se ve bien la mesa. Hay que darles tiempo. Ya cambiarán sus genes.

Monday, September 25, 2006

"Gánate a esa hembra"

Han pasado varias cosas desde la otra vez. La chica ecuatoriana, por ejemplo, mientras comiamos algo en McDonalds empezó a contarme acerca de sus paltas con la homosexualidad (me pregunto si a todas las chicas les pasa o es que a mí se me cruzan las que pasan por eso). Me contó que una vez en el baño de un restaurante una chica había entrado detrás de ella y se sacó el polo en su delante. "¿Te gustan mis senos? -le preguntó- me fijé cómo los mirabas". No le respondió, salió rápido del baño y se quedó pensando todo el día y durante una semana en si de verdad le gustaron esos senos grandes y tan bien formados. Me preguntó si era raro que pensara tanto en esos senos. Le digo, que bueno, puede ser la impresión del momento, una especie de trauma que irá pasando; pero que puede ser también que en realidad le gustaban. "¿Te gustaron?", le preguntó. Me mira y sonríe nerviosa. Prefiere contarme de otra vez en que viajó a un pueblo cercano con una amiga y se quedó en casa de otra. Su amiga se tuvo que ir y las dejó a ellas solas. Tomaron vino y que ya era hora de dormir, y que la amiga era muy bonita, y que se miraban y empezaron a comentarse sus cuerpos. Pero que las dos como que no se atrevían a ir más allá. Me confesó que esa vez sí había querido tocar a su amiga, acercarse. Se acostaron en la misma cama. Ella no durmió, se la pasó toda la noche esperando que la amiga se acercara, le insinuara algo. Y seguramente que la amiga pensaba en lo mismo. "Deberías probar -le dije- sino, como vas a saber si te gusta o no". Se rió de nuevo nerviosa. "Podemos ir a buscar una chica -propuse- yo la contacto y nos acostamos los tres". Se rió de nuevo nerviosa. No era su idea de lo que debería ser la primera vez.
En el poco tiempo que llevo acá, siguiendo el método del armenio y con la ayuda de la chica ecuatoriana, me he dado cuenta que podría aprender a hablar francés. No es tan difícil, pero hay que aguzar bien el oído. En unos meses podría estar sosteniendo conversaciones básicas. Si me quedara algunos meses. Me di cuenta además gracias a mi compañero de cuarto que anoche me sorprendió con sus queja sobre la vida, medio inglés, medio francés. Resulta que por algo que no entendí bien, había empezado a discutir con el encargado del albergue. El cuarto estaba a oscuras, el hablaba con las manos apoyadas en la ventana, mirando hacia la noche. Lo amenazó con echarlo pero él le respondió que ese lugar no era gratuito, que él pagaba por estar ahí. Que llamó a la policía y que en unos minutos llegarían a echarlo. Así es la vida -me decía- siempre el que tiene poder abusa del más débil. Me agradeció que yo no haya molestado, que lo haya saludado todas estas noches, que no me haya quejado cuando fumaba a escondidas. Que yo era un buen tipo, me deseó suerte y que si alguna vez necesitaba algo lo buscara, que siempre lavaba carros en la avenida tal. Me repitió que lo buscara si es que necesitaba algo. Que estaba un poco enfermo y gracias por no ser una molestia y ser tan tolerante. Se echó a dormir, yo también y de verdad que estaba cansado. Dormité hasta que me despertaron los fuertes golpes en la puerta y el saludo de la policía. Abrieron ellos mismos (ninguna puerta tenía seguro), eran dos de impecable azul marino, parecían salidos de un museo. Uno lanzó la luz de su linterna hacia mi compañero de cuarto, lo llamaron por su nombre, prendieron el foco de la habitación, me miraron rápidamente. Yo los miré. Entendimos que no era mi problema. Le pidieron que recoja sus cosas y se lo llevaron. Me dijeron buenas noches y se fueron.
Me despediré de la ecuatoriana. Quiere tomar las riendas. Vamos aquí, las cosas se hacen así, hablemos de esto no de aquello, etc. ¿Significa eso tener una relación? Los peruanos me habían dicho cuando me vieron con ella que si sabía hablarle, esa chica sería mía. Que las ecuatorianas son buenas, que se prenden y se sacrifican por ti, que hasta me mantendría. "Gánate a esa hembra", me recomendaban. Yo sonreía. No era mi plan. Además a mí las que me gustan son las mujeres, no las hembras. Hoy me fui con el chileno. Caminamos hasta la universidad en busca del internet gratuito.

Friday, September 22, 2006

Ginebra for free

Caminamos debajo del puente por donde pasaban los trenes, entramos por unos callejoncitos en los que mejor no aventurarse solo y llegamos. No era un hostal, menos un hotel sino un albergue para indigentes. Como no hay muchos indigentes en suiza, no había mucha gente. Un sitio limpio. 10 dólares, incluye cena y desayuno. Ok. Solo pueden quedarse quince días. Ok. Documentos. Ok. Llave, toalla y jabón que debe servir para los 15 días. Ok. Cada cuarto tiene dos camas. Ok. No pueden conversar en los cuartos, aquí se viene a dormir. OK. Hombres solo en el segundo piso, mujeres solo en el primer piso. Ok. Pueden servirse la cena y señaló una olla con sopa, el pan, el jugo. Ok. El desayuno se sirve a las 6 am. Ok. Cerramos a las 7 am y no pueden quedarse ni un minuto más. Ok (es una vaina no saber francés. La ecuatoriana sí sabe).
Mientras cenamos llegan dos peruanos, uno de Trujillo, el otro de El Agustino. Vienen de Italia. Hay poco trabajo por allá. Aquí pagan más, casi el doble. Uno es mozo y ayudante en un restaurante, es de utilidad pues es legal, su viejo es italiano y tiene por tanto derecho a trabajar en toda Europa. El otro es pintor, ha logrado la residencia hace poco. Milano está mal. Comprueban la impresión que me llevé yo de los italianos: pedantes, abusivos, marginadores. No podemos resistir la tentación y nos reunimos en uno de los cuartos a recordar. Llega un moreno, vé que estamos en su cama, no dice nada, solo se retira; vuelve con el administrador quien amenaza con expulsarnos, el de El Agustino comete el error de responder. Lo expulsa. Puede dormir hoy pero mañana no podrá regresar.
Voy a mi cuarto y mi compañero de cuarto duerme. Es un tipo alto y flaco. Hay unas botas muy gastadas al pie de la cama, un balde con una especie de trapeador y unas bolsas con ropa. Me echo en mi cama y duermo. Esta mañana me levantó el sol. Tengo que esperar por el baño mientras se pasa la hora. Logro bañarme, pero no me quedan sino cinco minutos para tomar desayuno y sacar mis cosas. La ecuatoriana se sienta conmigo. Los peruanos también. Se nos une un chileno. Nos botan. Caminamos juntos hacia un restaurant que tiene buffet y en el que te dejan sentarte a conversar y leer periódico sin tener que comprar nada. Conversamos casi hasta las once. Los peruanos se van a trabajar. El chileno, una persona ya mayor, tiene que esperar a su hijo que vive en Ginebra casi como adoptado. No tiene nada que hacer en Chile, no tiene nada que hacer en Ginebra salvo ver a su hijo un par de horas al día. Ayer, el adolescente tuvo que hacer una tarea, hoy sí lo verá pero después de almuerzo, hasta entonces estará dando vueltas por esta pequeña ciudad. Nos dicen donde almorzar. Hay reparto de almuerzo gratuito para los indigentes. Son varios restaurantes que atienden algunos los lunes, otros los martes, otros los miércoles... solo hay que engancharse en el sistema y se puede almorzar gratis todos los días. La ecuatoriana se queda conmigo, su cita de trabajo se la han pasado para mañana. No tiene nada que hacer hasta las 11 am de mañana. Caminamos hacia el lago. Pedimos prestadas bicicletas, conseguimos mapas para ciclistas y le damos y le damos hasta salir de la ciudad y llegar a la campiña ginebrina. Pistas delgadas en medio de campos amarillos, verdes y rosados, más allá los Alpes.
Ginebra, la ciudad más cara del mundo, no lo es más. Ginebra for free; bueno, por 10 dólares diarios.

Thursday, September 21, 2006

En Ginebra

El hostal que he conseguido es uno de los más baratos pero igual me parece super caro. Todos dicen que Londres es la ciudad más cara del mundo, pero allá dormí por 9 libras la noche (unos 15 dólares) y aquí la cosa no baja de 35 francos suizos (unos 26 dólares). Y el breakfast era mejor en London. El menú de McDonalds -lo más barato en países como este- estaba allá unos 6 dólares y aquí son como 10 dólares. La hora de internet: 1 dólar contra 3 dólares. En realidad, Ginebra es la ciudad más cara del mundo. Y es que es tan chica que deja pocas opciones. En Londres en cambio, podías encontrar huariques donde comer barato, la comida tai por ejemplo salía a cuenta. En fin, estaba contando los pocos francos que me quedaban y pensando en cómo haría para llegar hasta dentro de seis días, cuando la chica ecuatoriana con quien me había cruzado anoche a la hora de registrarme, se apareció. Conversamos, me dijo que sería bueno caminar e ir a tomar un café. Nos sentamos en el restaurante que ella conocía por ser de un español que dejaba leer los diarios en los que se podía buscar empleo. Hablábamos de nada cuando se acercó una señora de edad y nos preguntó si conociamos alguna chica que supiera limpiar. Suerte la de ella. Teléfonos, mañana a las 11.00 am. para la entrevista. Al costado se sentó un tipo mayor y bastante grueso. Nos hizo el habla. Armenio políglota. Sus viejos hablaban ruso, las empleadas armeno, un chofer turco, la nana pashtún. De niño no sabía hablar. Todos preocupados. Pero a los seis años abrió la boca y empezó a hablar en todos esos idiomas. Luego dominó el inglés, el alemán, el español y andaba con su lista de palabras en francés (ya casi lo dominaba).
No sé porqué cuento todo esto. Impresiones. La ciudad ha cambiado de cara. Ya no es fría. Salió el sol desde temprano, fuimos hacia el lago, el geiser artificial, a lo lejos el Mont Blanc. ¡Prestan bicicletas! Muestras el pasaporte y dejas 50 francos y te dan la bicla todo el día, luego te devuelven el dinero. Genial. Mañana pasearé todo el día. La ecuatoriana me ha confirmado que el hostal es caro. Dice que le han contado de uno muy barato, un poco feo sí, pero mucho más barato, solo abre a las 10pm y vota a todos a las 7am. Vamos, le dije.

Wednesday, September 20, 2006

Siete días con la hora equivocada

Esta vez no tuve problemas de homonimia. Vacié mis bolsillos sobre el táper y me quité la casaca mecánicamente, pasé por la puerta chillona, levanté los brazos. El procedimiento ya no me sorprende ni me fastidia, miré con ojos cansados al oficial -antes les sonreía y saludaba- recojí mis cosas y seguí caminando hacia la última sala de espera. Llamaron a primera clase. Cargaba apenas una mochila. A mi costado, una familia disfrutaba sus últimos minutos en Lima. Franceses. Un ejecutivo hablaba por su celular. Alemán. Dos jóvenes conversaban cansados. Ingleses. Yo dormité un poco. Llamaron a mi fila.
Fueron 18 horas de viaje con dos escalas. Una señora rusa me preguntó si podría cambiar de asiento conmigo. Me tocó una chica venezolana. Ella viajaría más lejos aún, hasta Dubai, su esposo a quien no veía desde hace cinco meses trabaja para una empresa petrolera allá y ella renunciaba a Puerto Ordaz para reunirse con él, ahorrar dinero durante cinco o seis años para luego regresar a poner algún negocio en su país. Lamentaba lo de su perrita. Un año entero, con dos viajes a Caracas incluidos, para sacar los permisos necesarios para poder viajar con ella, para que al tratar de abordar le dijeran que necesitaba una última vacuna y que ya no había forma de obtenerla. Tener que correr al área de vuelos nacionales y mandar a su Laika de regreso a su ciudad, llamar entre lágrimas a su madre para que la recoja en el aeropuerto y que la cuide, y que no puede viajar, la pobre.
Se quedó dormida y fue cayendo sobre mi hombro. Le besé la frente y sonrió en su duermevela. Cuando despertó se incomodó un poco. El ruso se había parado en medio del pasillo y pedía whisky continuamente. Cogía con algo de morbosidad a todas las mujeres que pasaban a su lado. La venezolana lo había notado. "Si me toca le meto un puñete", me dijo. Yo sonreí. El ruso comprendió su decisión. Cuando la chica le pidió permiso, se puso a un lado y ni la rozó. Minutos antes me había contado que eran sus últimas horas con jeans, con polo de manga corta y apretado, que se había mandado hacer su túnica, que no podría pintarse, ni siquiera las uñas. Que no había podido llevar un solo cuadro de Jesús, María o José. "Me gustaría verte con túnica", le dije. Se rió y adiviné en sus ojos que podría ser.
En Frankfurt le insistí. "Ok", me dijo y nos dirigimos hacia los baños. Cerramos la puerta, ingresó a uno de los casilleros y luego de un rato salió de blanco convertida en árabe. Se veía muy mona. Al ocultar sus redondeces, su rostro se hizo más bello de lo que era. Se lo dije.
Su vuelo salió primero que el mío. Cuando llegué a esta ciudad hacía un poco de frio y apenas salí del aeropuerto empezó a llover. Tome el autobus, miré el mapa, hice lo que tenía que hacer y volví a salir a la búsqueda de un hostal. Fue en vano. Tuve que entrar a una cabina, ubicar un hostal barato y escribir y publicar antes que venza la media hora. Regreso en seis días. Esta es una ciudad increiblemente cara, además de fría.

Tuesday, September 19, 2006

Aves de paso

Estaba en la azotea lavando unas zapatillas cuando un chillido muy agudo hizo que levantara la cabeza y lo viera. No sé mucho de pájaros a pesar de creer -como los romanos- que siempre simbolizan algo. "Hola lorito", le dije. Quizás era un perico. Pero me respondió. Se mostró muy amigable, sin duda era domesticado y se había escapado sin querer de su jaula y salido a la inseguridad del mundo. Estaba un poco despeinado, perdido, asustado. Me chillaba cada vez que no le prestaba atención. Le pregunté qué quería, me miró y se acercó. Se paró en el lavatorio en el que estaba, creo que quería que le tendiera la mano, subir, conseguir un amo.
Hay veces que las aves son así. De pronto se detienen a tu costado. Recuerdo el almuerzo aquel en que les anuncié a mis padres que desde esa noche ya no dormiría en su casa. Estando en la sobremesa, de pronto se escuchó un fuerte aleteo, volteamos a ver y en el balcón de la sala se había posado un águila -ya he dicho que no sé mucho de aves, pero sin duda, era un ave de rapiña-, era un ave grande, como del tamaño de un gato. Se quedó ahí un rato. Me levanté de inmediato y caminé hacia el balcón. Me lo quedé mirando, el ave hizo lo propio, lanzó un graznido y se echó a volar. Mi padre leyó una advertencia: había peligro para su polluelo. Yo interpreté otra cosa: La libertad viene a darme la bienvenida.
"Tú no necesitas un amo -le dije- solo tienes sed y hambre". Me alejé un poco y dejé el caño un poco abierto para que pudiera beber. Lo hizo. Luego recordé el maíz para canchita que nunca falta en mi cocina y bajé a traérselo. Mientras me dirigía hacia la escalera, el lorito empezó a seguirme. "Espérame aquí", le dije. Bajé rápido y subí con el maíz. Lo mordí un poco para que pueda comer, y lo puse sobre unos ladrillos. El lorito comió un poco, casi nada, volvió a chillar y se fue volando.

Sunday, September 17, 2006

La anarquía de nuevo

Hace mucho que no dejaba que el chorro de agua me cayera sobre la sien, justo sobre el remolino-origen del cuero cabelludo. Lo necesitaba para sacarme de la cabeza tanta sangre. Como aquella vez de la primera bomba. Hoy solo bang bang. Es muy relajante. El chorro de agua en la cabeza no cambia. No es excitante pero sí deja la misma sensación que se tiene después de una eyaculación. Nunca había reparado en que tengo los pies pequeños. Quizás no los tenía así. Antes eran anchos, hace unos minutos, mientras los lavaba, eran finos.
Lo que quise hacer cuando junté los dos cables fue sabotear todas tus creencias, estúpidas columnas donde eriges tu fundamento de mantequilla. Romper todas tus cadenas, que es lo mismo. Volar en mil pedazos tus anclas. "Demasiado", podrás pensar. Pero este es el rostro que no conocías. Esta es la cara que apenas vislumbrabas. Este es el cambio que ni soñabas.
Y sabotearme yo también, claro. Arriesgarlo todo. Y sabes bien que "es pura fantasía nuestro amor, ilusiones que se borran con el tiempo... como renuncia a ser flor lo que es hierba, he renunciado a tí definitivamente". Todo empezó con el tubo, sed, el UK, con los diferentes formas que hay para conseguir lo que quieres, y usar a los enemigos, elegir el camino bueno y los malos. Hace tanto que no deseaba la anarquía.
Sé que he tirado una piedra sobre el remanso en que descansaba, el único que me quedaba. Tú. Pero y que tal si me salen cuatro ases y una zamba. Esta es la intranquilidad que no necesitas. Sorry. Es una de estas noches. Y es que estoy tan relajado que en noches como esta es mejor darme por desaparecido. Y es que estoy tan relajado que son noches como estas las que tendrás que olvidar, las que deberás obviar, las de la peor cara como aquella noche de la primera vez, ¿te acuerdas?.

Saturday, September 16, 2006

¿La mujer que amo me perdonaría?

Justo en estos días oscuros no he podido dormir. Dos faros en la noche mientras avanzo río arriba. Si tan solo pudiera dormir. Un solo placer quisiera concedido. Si tan solo en esta oscuridad pudiera dormir entre tus piernas. El río avanza imperturbable mientras me ahogo, describiendo negros recodos y arrastrando los troncos de mi pasado que golpean y golpean contra mi cabeza. Y podría reir pero es tarde para todo. Hace mil trescientos años me tocaría morir. Huiría contento tras la dama de negro. ¿La mujer que amo me perdonaría? ¿Sería un abandono si ya le di todo lo que podía darle, si le entregué mi ropa la primera vez que la vi cuando corría desnuda entre los árboles? Los días más oscuros han empezado. Un eclipse me oculta de la vida. Sería mejor morir como si viviera hace mil trescientos años. Is enough. Is enough. Si tan solo pudiera dormir a las tres de la tarde, hora de Sartre. Lo único seguro es el amor, y es justamente por eso.

Thursday, September 14, 2006

Bajo el Támesis

Es curioso pero mi estado de ánimo hoy es similar al que tenía la mañana aquella, la cuarta en Londres, en que fui a buscar el paso peatonal bajo el Támesis. Desolado. La australiana fue la que me pasó el dato. Estábamos en Greenwich. Caminé hacia el muelle en busca del mástil y las velas que sobresalían de entre las casas. Más allá del enorme velero estaba el ingreso al túnel que conducía a los docks, una zona recuperada y camino a convertirse en la nueva área financiera pero que todavía conservaba parte de sus ruinas y su olor a abandono; justo como mi estado de ánimo de aquel día. Había charcos por todos lados, el túnel estaba mal iluminado, tenebroso y largo; ovalado, de modo que al ingresar era imposible ver la luz al final. Provocaba miedo, sí, uno no sabe qué le depara la vida, como ahora, como lo que siento ahora. Pero es cuestión de caminar y caminar. Había desamparo en ese lugar, descuido. Y el salir de tanta decadencia no fue el paraíso sino un descampado en el que nada podría sobrevivir.

Wednesday, September 13, 2006

Recordar es vivir

Este caminar sin rumbo debe ser producto de la fatalidad. La fatalidad de nunca poder recordar lo soñado. Lo soñado debe darte siempre pistas sobre lo que realmente quieres. Y eso sobre lo que deberías hacer.
Muy pocas veces recuerdo mis sueños. Una o dos veces al año. Lo que sí me pasa con frecuencia es encontrarme en situaciones y recordar claramente haberlas soñado. Siempre me pregunto porqué no las recordé antes para estar preparado. ¿De nada sirve, verdad?
En estos días debo estar soñando con una chica. Eso explicaría porque despierto pensando en ella, porque quiero encontrarla siempre, porque ando esperando un mensaje de ella. Ella, las ellas, siempre ella. Mil formas, pues.
Un sueño compartido debería ser mejor todavía. ¿Sí o no? Me dices que sueñas conmigo. Pero yo no lo recuerdo todavía.

Pistas

Podría lanzarme al asalto de esa ciudad pero hay murallas que no es juicioso escalar. El acoso. No enfrentar a la piedra sino a la madera. Esa puerta secreta que de vez en cuando se abre. Escalar para penetrar y vencer. Pero se requiere voluntad de ánimo y en cambio yo...
(suspiro hacia adentro)
Ayer tan solo era un rey valeroso y paseaba mi grandiosidad por los campos floridos. Pero aquella extraña enfermedad me ha vuelto un ser sin ganas, sin alma incluso. Entregarlo todo. ¡Si les cobrara!.¡Hey, tú! ¿A dónde vas con tanta prisa? Detente mientras danzo conmigo mismo. Hay una chica en coma también.

Monday, September 11, 2006

... so

Cómo se hace para predecir el futuro. Cómo andar con el mapa perfecto. Sí ya sé que la emoción de la vida, y podrás darme mil razones más, pero hoy quiero saber qué me espera. Dime cómo hacer. Sé que tú sabes. Sé que todos saben qué va a pasar conmigo. Apenas fuerzan su cara de sorpresa. Mierda, la mente. Cuéntame que será de mí. Tengo tanta angustia. ¿Qué es esto que ha pasado? Dame algo diferente a angustia. Ya me voy. Hoy no te cansaré. Sólo dame una pista. Hazme un guiño. ¿Qué va a pasar? Hoy no aguanto. Dime qué es lo que se viene.

Sunday, September 10, 2006

(Soy) el hombre que esperas

Este post es el resultado de una apuesta milenaria hecha conmigo mismo.
Porque un día cualquiera se nos dio por mirarnos y reconocernos de batallas lejanas en las que compartimos osadía, miedo, impulso, franqueza, alegría, solidaridad, temor, reserva, valentía, romanticismo, sensibilidad, ironía. Y porque nada de eso ha cambiado y seguimos guerreando hasta siempre encontrarnos en medio del campo de batalla y justo cuando más cansados y desesperanzados estamos.
Porque desde los tiempos inmemoriales venimos juntándonos así vida tras vida. La última vez me sepultó al pie de un manzano, en un campo de flores en el que revoloteaban las mariposas. Y que la reconocería por los símbolos.
Porque esa tarde en el Santiago de hace tanto, en el metro más aburrido, limpio y dictatorial del mundo. O aquella otra en París donde repetiste en voz alta el diálogo ese de que era triste estar en la ciudad del amor y sin amor. Caprichoseando con doña fortuna.
La apuesta, sí, una moneda al aire lanzada hacia el pozo de los recuerdos. Un cerrar los ojos y correr por la autopista en busca de su mano para develarnos uno al otro mientras todo pasa a la velocidad de la luz.
Soy el hombre que te esperaba. Te encontré hace nueve meses y espere a que nacieras naturalmente en este bosque y pantano de tantos dolores, mirando desde lejos el ataque de los pequeños duendes, viendo perfeccionarse tu técnica hasta saber que podrías protegerme tal como yo haría contigo. Y al fin poder empezar de nuevo, un renacer en primavera, nosotros que amamos el frio y la humedad que nos empuja el uno al otro. Y sé que mañana saldrá el sol.

Friday, September 08, 2006

Una perra en la madrugada

Hoy por la madrugada, cuando regresaba a mi cuarto, cuatro patitas empezaron a seguirme. Me detuve, se detuvieron; avance, avanzaron; me detuve, se detuvieron; me senté en un jardincito, merodearon a mi alrededor y luego se pusieron a descansar cerca. "Ustedes las hembras son muy extrañas", dije en voz alta. "Ya había decidido no tomarlas en cuenta y he aquí que aparecen de la nada en una oscuridad fria y se sientan a mi lado, como invitándome". Silencio. "Deberían tener guantes", dije y señalé las cuatro patitas sin medias. Temblaban. "Quizás deberiamos abrigarnos mutuamente" y me acerqué. Dos patitas se pusieron de pie, las otras dos siguieron descansando. Me apegué. "Ustedes las hembras son muy extrañas", dije en voz alta. "Con todo, quizás puedas explicarme algo acerca del sentir de las mujeres". Las cuatro patitas seguían en silencio. "Al menos deberías decir: guau", pedí."Guau", dijo y se echó a correr.

Wednesday, September 06, 2006

La mujer más fea de Lima

Es que me cuesta tanto creer que te vayas a ir. Y cómo no si tan solo ayer me decías que nunca lo harías, que estabas de lo más cómoda. Uno hay veces despierta en un tobogán. Hoy por ejemplo he visto a la mujer más fea de Lima y a su pareja. Pero como siempre decíamos, dos corazones solos siempre valdrán más que otros dos encadenados. Dos corazones solos, sí, en el alma soledad, replicarías, jaja. Me río de recordarte. Siempre provocaste eso en mí. Ahora que lo pienso, solo conoces mi sonrisa. Un cuarto de pollo es suficiente si es que deja el sol cincuenta necesario para verte. Hace unos cuantos años nunca lo hubiese imaginado. Dices que te vas y ni aun así has logrado borrar mi sonrisa. La belleza es relativa y no garantiza nada. Esa otra a la que vi hoy lo demuestra. Nada cambia en el mundo cuando estás triste, ni siquiera tu sonrisa. Escribe para mí entonces. Un párrafo es lo que valgo. No, no eres tú. Hace unos cuantos años era diferente yo también.

Tuesday, September 05, 2006

Enemistado con el futuro

Mi amigo V se enganchó con la vaina y tuvo muy mala suerte. En 1991 se nos dio por estudiar inglés en el centro y pronto empezamos a frecuentar Los Botes con sus fiestas gratis, cerveza barata y chicas buscando roce a cualquier hora del día. Por la noche era cuestión de ir a recoger carne. Pero V se enganchó, tuvo la infeliz idea de mudarse a un departamentito justo enfrente del local de marras y todas las noches al regresar de la universidad bajaba a buscar carne y subía con la bolsa llena. Un día en que otro amigo se accidentó fuimos a donar sangre, nos hicieron exámenes y cuando regresamos para que nos succionen, le dijeron que tenía SIDA. Ya lo aceptó. Se alimenta con una sopa super potente que no tengo idea de que es lo que contiene. Esta bien el V solo que su mirada se pierde cuando la conversación deriva en hacer planes para el futuro.

Monday, September 04, 2006

De muerte y esperanzas

Tenía la mirada fija en una estrella que debía estar por ahí en alguna parte del cielo limeño. Sus manos se tomaban entre sí con fuerza. El rostro desencajado, amplias ojeras, sus labios entreabiertos, su lengua musitaba en un idioma incomprensible, rezaba. Me senté en silencio a observarla dispuesto a pasar la vida allí hasta que me dijera si necesitaba algo. Pasada 1 hora y 45 minutos ella seguía en trance. A su costado, el cuerpo empezaba a enfriarse. No había podido quitar mi vista de su rostro, estaba congelado en su rezo. Pensé que debía quedarme hasta el final y eso hacía. Siempre me pasa eso, soy de ideas fijas. Eso podría ser una virtud: persistencia, pero no estoy seguro que ese sea mi caso pues son las primeras ideas las que se fijan, es decir, la idea fija y por la cual lucho no es producto de la razón. Pasadas 3 horas, la mujer seguía absorta en su monólogo hacia el inexistente, y yo absorto en ella, y he aquí que el inexistente empezó a fijarse en mí y mi desinterés hacia él. "¿Acaso crees que me puedes reemplazar?". Yo estaba absorto en el rostro de la mujer. Pasó otra hora con 45 minutos tiempo durante el cual el inexistente había repetido constantemente la misma pregunta, al fin lo escuché y respondí con otra pregunta:
- ¿Acaso es imposible?
- Tú no eres el indicado.
- Tengo tanto o más amor que tú.
- Pero ella no te quiere. Me quiere a mí.
- ¿Porqué la dejas sufrir así?
- Dejo que viva su esperanza. Es lo mejor que tienen los de tu raza.
- Yo la perdí hace mucho.
- Si no la tuvieras no te hubieses sentado a esperarla.
...
- ¿Hasta cuando te esperará?
- No lo sé. ¿la seguirás esperando?
- No lo sé. Ya no lo sé.
- Vete. No eres el indicado.
- Nunca lo soy. Estoy condenado.
- Deberías rezar.
- Ja ja.

Saturday, September 02, 2006

Una vez está bien

Durante unos meses el lugar en que trabajo acaparó la atención de los medios de comunicación y a mis superiores no se les ocurrió mejor cosa que hacerme su vocero y esconderse tras mi frágil apariencia. La cuestión es que me hice famoso. La gente me saludaba sin conocerme, se confundían, seguro. "Este pata me recuerda a alguien", se dirían. Las cajeras del supermercado me sonreían diferente, los taxistas me hacían el habla con avidez y cuando bajaba me decían: "suerte, X" y yo me extrañaba que supieran mi nombre. Las primeras semanas no sabía muy bien qué hacer. Trataba de seguir mi vida normal, pero los chismes de Lima empezaron: yo era un sobrado, que se me habían subido los humos y demás tonterías. Eso era malo para mi imagen, así que en mis superiores me recomendaron solucionarlo. Me dijeron que debía sonreir a todos. Y allí me veían a mí repartiendo sonrisas y saludos a quienes me miraran. Para mí todo era un chiste. Trate de representar bien mi papel. Siempre hay que hacerlo. Por suerte eso acabó rápido y poco a poco mi celebridad fue desapareciendo. No me dejó nada, pero disfrute la experiencia. Me han pedido volver a exponerme pero estoy mucho más a gusto en el anonimato cotidiano. Ya probé, gracias.

Friday, September 01, 2006

De otro planeta

"Estoy solo entre materias desvencijadas, la lluvia cae sobre mí y se me parece, se me parece con su desvarío, solitaria en el mundo muerto, rechazada al caer, y sin forma obstinada." Antes de irse definitivamente, K dijo que eso podría haberlo escrito yo. Más tarde, en la soledad de mi cuarto, dándole vuelta a las razones de la nueva ruptura, me acordé del fragmento de poema y pensé: "¿qué mierda es desvencijada?" Y en efecto, esos versos podría haberlos escrito yo. ¿cuántas palabras hay que conocer para poder explicarse? Me hubiese gustado preguntarle a K porqué si sabía que ese era mi estado permanente apostó algo de su tiempo en una relación conmigo (por más que hayan sido solo cuatro días). ¿Pensó que podría cambiarme? La necedad del sacrificio es inherente a un tipo de ser humano que me está negado. Quizás en Marte, baby, quizás en Marte.