Sunday, April 30, 2006

Una historia de A

En realidad no hay historia de A. Es sumamente reservado. Los demás ya han intentado todo por hacerlo hablar pero nada. Un dia se le notó feliz y a la hora del almuerzo dijo, sin mas, que se iba a casar, luego volvió a quedar mudo. Al principio creí ver algo de misterio en su silencio, pensé que quizás tenía un arte oculto, un escritor, un pintor, pero no, A es bastante simple y de inteligencia humilde. Solo está enamorado y es correspondido.

Thursday, April 27, 2006

Una historia (interpretada) de J

Le sorprendió que lo llamara. Llevaba cerca de cinco meses viviendo solo en el afán de recobrar fuerzas para emprender nuevamente la marcha. Hey, ¿cómo estás?, a los tiempos. Claro que me acuerdo solo que ni sabía que tenías mi número. Aquí pues, leyendo algo, y tú. Ah, pucha, pero ahora no puedo, estoy esperando a una flaca. Otro día mejor, llámame la próxima semana o mejor dame tu número. Hacía como tres años que no lo veía y sin embargo, la sorpresa no lo llevó a salir de su cuarto y encontrarlo. No tenía ánimos para eso. La siguiente semana no lo llamó, podrían haber pasado otros tres años sin que supiera de él pero al mes siguiente le dijeron que se había suicidado. Por teléfono se le sentía como siempre: contento, vivaz, de mente rápida, siempre contento, siempre vivaz. En la universidad corría por el tontódromo y los jardines, mariposa, ruiseñor, abejita en busca de polen. De repente te paraba y te quería vender un cigarro. Otro día intentaba besarte. Poco a poco lo fue conociendo, casi casi se hicieron amigos. En las noches solía encontrarlo en el centro de la ciudad, en las rejas. Una vez volvió a intentar besarlo y J abrió la boca y lo aceptó. No podía haberlo puesto más contento. Solo fueron esos besos, besos de hombres que saben ser suaves y tiernos, besos tranquilos como los que se dan a los hijos y, ahora lo descubría, como los que se pueden dar a los amigos. Es difícil decirlo (J es mas bien callado y no le entra al vicio por la habladuría de los habitantes de esta ciudad), pero si algo en común tenían esos dos quizás sean los brotes de desesperanza. No es seguro, sobre todo en él -a quien obviamente no conocí- tal vez todo no sea sino una suposición. J piensa que los homosexuales son desesperanzados debido al continuo rechazo de que son objeto. J, a quien nunca le molestaron los homosexuales, dice que comprende cuando ellos mal interpretan su naturalidad para con ellos. Porque J dice que es capaz de hablar, reír, tomar y bailar con un homosexual sin pensar en acostarse con él. Piensa que un homosexual solo es realmente feliz cuando lo aceptan como igual. Son momentos de alivio a su desesperanza eterna. Y el problema es que la mayoría tan no se lo cree que terminan confundiendo las cosas y creen que hay ganas o hasta amor, provocando la huida del casi amigo y de vuelta la desesperanza. De lo que no se da cuenta J, que tan pensador se cree, es que en realidad lo que ha hecho es describirse a si mismo. Ok, no es homosexual, pero tiene el mismo grado de desesperanza y además es un suicida continuo, un seguidor de luces de frías linternas que de pronto hacen click.

Wednesday, April 19, 2006

Una historia de S

En ese momento S no lo sabía, pero con quien estaba conversando se convertiría en el catalizador de su desdicha futura. Regresaba a Lima, viaje de hora y media, y a su costado una chica 8 años menor que él. Hombre y mujer solos, del mismo pueblo en la gran ciudad. Empezaron a salir, ella se entregó por primera vez, ella se enamoró pero él no. Ella pensaba en una boda, pero él no. Ella lo llevó a casa de sus padres, que conocían a los padres de él, que lo aceptaron como a un hijo. Y él pareció tener muy buenas intenciones, muy serio, con un buen puesto, pero él no estaba enamorado. Siempre se preguntaría porqué dejó que todo eso pasara, porqué en cuanto vio que ella se ilusionaba no optó por alejarse. Lo pudo hacer. Hubo oportunidad, hubo pretextos. Pero siguió. Tirándosela casi todos los días, enviciándola, acostumbrándola a su cuerpo, marcándola de una manera imborrable. Tres años pasaron, él se fue aburriendo pero ella era feliz. Acabó su carrera, y en la ceremonia de graduación le agradeció publicamente, "si no fuera por mi enamorado no habría podido lograrlo". Pero S. Unos meses después decidió que no quería seguir con ella y la terminó. Ella lloró como él nunca antes había visto llorar. Empezó a correr por la calle, en medio de una noche sumamente oscura; la encontró sentada en una acera, tapándose la cara, gimiendo. Se calmó un poco, la subió al auto para llevarla a su casa, ella le pidió que volviese a hacerle el amor y él, canalla, se la volvió a tirar, pero le dijo que eso no cambiaba nada. Bajó del auto pero no quería cerrar la puerta, no encontraba explicación y a S, desde su autoridad, se le ocurrió una muy buena: "quiero que conozcas más de la vida. Sólo me has conocido a mí. Me gustaría que salieras con tus amigas, que vayas a discotecas, te divertas, durante unos dos o tres años, y entonces nos volveremos a ver y te pediré que vuelvas conmigo, y si tu lo quieres, lo harás". Una esperanza. Ella al fin sonrió. Cerró la puerta. S se marchó sabiendo que todo el dolor que había causado alguna otra mujer se lo haría pagar. Y así fue.

Una historia de R

Ya borracho, R se emparejó con una chica de la que nunca se acordó su nombre. Baila que te baila, conversación, un agarre y un te llamo a los 21 años que efectivamente cumplió. No era que le gustase mucho, ella casi ya no tenía cintura y mas bien una prominente barriga, pero estaba solo desde hacía más de un año y le había sido fácil conseguir la cita, a él que tenía una enorme dificultad para entablar relaciones. Quedaron en el cine club La Filmoteca del tremendo y perfectamente iluminado Museo de Arte. Película de 3:30 pm así que el atardecer grisáceo y húmedo de invierno los alcanzó caminando por el Paseo Colón. "¿Un cafecito?" Ingresaron, vieron una escalerita de medio metro de ancho y se preguntaron si funcionaría algo allá arriba. El mozo los miró, sonrió y un "arriba los atiendo". Subieron, había un par de mesas, escogieron una y empezaron a agarrar. R no encontró muchos senos, sí tremendas piernas envueltas en jean y una entrepierna recontra caliente que manipuló a su gusto hasta que subió el mozo, anotó dos cafés y se fue. Ella dijo: "ahora me toca a mí" y comenzóa besarle el rostro y el cuello mientras con hábil mano liberaba la quintaesencia del hombre. Fue un mamey espectacular; cabeza y tronco; labio, lengua y diente; suavidad, cosquilleo y una amenaza perfectamente calculada para no asustar. Y llegaron los cafés y que suerte haberte encontrado, y qué rico que lo haces. Lo aprendió con el cura de su pueblo. Un cura que la hizo su mujer durante dos años hasta que los descubrieron, él eligió a Dios y se fue. Desde entonces empezó a engordar y no ha parado. Le pidió un nuevo mamey para olvidarlo. Ella quería lo suyo pero el jean no ayudaba, así que quedaron para la salida. En el Paseo Colón ya estaba anocheciendo, antes de llegar a la Plaza Bolognesi vieron "S/.8", justo para lo que alcanzaba. Entraron y hasta les pidieron documentos. Ya en el cuarto, empezaron a calentarse nuevamente, ella volvió a atenderlo, y mientras era desnudado, R se acordó de su mamá, de su niñez, los seis años, él entrando a la casa, escuchando los gemidos de su madre, acercándose silenciosamente al cuarto de sus padres y viendo el cuerpo gordo desnudo desparramado de su madre, casi sin rostro y a un hombre encima de ella empujando empujando empujando. El mamey acabó y la gordita quiso bailarle mientras se quitaba la ropa, pero cuando terminó de desnudar su robusto cuerpo de tetas insignificantes, la erección de R había desaparecido. "Creo que lo asusté". R nunca ha podido tirarse a una gordita como mamá.

Tuesday, April 18, 2006

Una historia de M

M me contó que la primera vez que se tiró a una mujer fue en el norte del país. Tenía 19 años y había viajado para no recibir un año nuevo más en casa de sus padres. Llegó a Trujillo en la mañana del 31, buscó un hotel, dejó su mochila y salió a recibir el sol cálido de esa ciudad de clima perfecto. Luego fue hacia un puerto cercano llamado Huanchaco, conversó con algunos pescadores, se comió un cebiche, paseó por la playa, miró el mar hasta que oscureció. Regresó a Trujillo y tras dar varias vueltas se sentó a descansar en un banco de la inmensa y siempre limpia Plaza de Armas. Tres bancas más allá se sentó una mujer en actitud de espera que desespera. Quince minutos después ya eran las 10:30 de la noche. Se acercó y empezó un diálogo sobre lo bella de la ciudad, le contó lo que había hecho en el día y ella le confió que estaba esperando a su enamorado. "Si es que no ha llegado todavía, debe ser que se ha ido con otra", le dijo. "Es capaz -le respondió- ese maldito". "¿Y por qué no te vengas?", "Eso debería hacer", "Yo estoy hospedado en un hotel, tengo una botella de champagne allí: vamos, celebramos el año nuevo y lo recibimos con una tremenda novedad". Se rió, dijo que M era muy chiquillo para ella (que tendría unos 30) y que mejor se vaya a su casa a abrazar a su mamá. Pero M insistió, le ofrecía una noche mágica, una juventud incansable, y el enamorado que no llegaba, y que estaba con la otra, y que es año nuevo, y que sería inolvidable, y que nadie más lo sabra, que mañana se iría, y ya va media hora de insistencia, de chistes, de groserías hasta que ella dijo: "vamos, pues", después se arrepentiría. M estaba tan excitado con su logro, con su primera vez con una mujer, que estaba totalmente al palo ya mientras subían las escaleras que iban a su habitación. La llevó a la cama, la empezó a besar, se desnudó rápidamente y empezó a ingresar de inmediato. Cuando escuchó el primer murmullo placentero de ella, M se vino y se vino también todo el cansancio del viaje, de la caminata de la mañana, de la playa, de las rondas, y la noche acabó para él. "¿Y ahora yo que hago?", se quejó la mujer, "duerme un rato", "¿tanta palabrería para esto?", "mejor vete". Entonces ella se echó la culpa: "no te gustó mi cuerpo, ya no estoy tan bonita, tengo una teta más baja que la otra", eso le llamó la atención, en efecto, tenía una teta más baja que la otra. Le dió pena. "No es eso, en verdad estoy muy cansado, he viajado tres días seguidos y no he dormido nada, discúlpame". Ella cobró valor y volvió a quejarse de su mala suerte, del poco hombre que le tocó, lo humilló. M que hasta entonces había ocultado lo mal que se sentía, lanzó un "los cabros no se quejan" que la arrojó de inmediato fuera de la habitación mientras él se quedaba empezanddo a odiar a las mujeres.

Monday, April 17, 2006

Este es R

R vive con su madre. Nada ha cambiado desde hace 25 años cuando tenía 7 y su padre los abandonó. Aunque mujeres no le han faltado y él lo niegue, la presencia materna le ha impedido consolidar una relación. Actualmente cuenta con una nueva compañera, por lo general le duran entre 9 y 11 meses.

Este es A

A está enamorado y es correspondido. Cada tarde, a la hora del almuerzo, va hacia la tienda de la esquina y mete sus pocas monedas en el teléfono. Dice que va a casarse. Aunque todos tienden a burlarse de su amor, en el fondo creo que se lo envidian.

Este es M

Dicen que M es una mierda. Lo primero que me advirtió J es que no debía tomar con él a menos que quiera acabar en medio de cabezas partidas. Ya con los primeros tragos es insoportable y después dirige sus burlas hacia las otras mesas hasta que alguien se levanta y el juego comienza. M tiene tres hijas con otras tantas mujeres, a todas les pega. Todas van frecuentemente a buscarlo y cuando coinciden, pelean.

Este es S

Todos hablan de la mala suerte de S, otro de mis compañeros de trabajo. Casi todos se han tirado a su mujer tras alguna reunión en la que la pareja se volvió a pasar de borracha, él se durmió y ella se entregó al primero que la miró de frente. Nadie entiende porque S es el único que siempre llega a las reuniones acompañado de su mujer. Nadie le dice nada. Todos asisten solos ¡pero con preservativos!

Este es J

J, uno de mis compañeros de trabajo, ha capitulado, no cree posible el amor para él. Hace siete años nació su segunda hija y tras una nueva ilusión pisoteada, le temió a la soledad definitiva, se volvió a acostar con la madre de sus hijas, y se resignó a vivir con ella para siempre. No es viejo el puto pero sí desesperanzado.

Tuesday, April 11, 2006

Asunto arreglado

"Dijiste que necesitabas alguien cuyo deseo se equiparara al tuyo y el mío es así, pero también tengo un poquito de miedo, no quiero terminar convertida en una sola letra... ¿ya has conocido alguna K?". Le prometí que esta será la última vez que escribo sobre ella. Hablamos hasta la madrugada ¡es tan fácil conversar con ella! caminamos y caminamos hasta el final de esa bonita avenida llamada Arequipa y regresamos a dormir. Ella quiere quedarse un tiempo aquí y yo quiero quedarme con ella. Queremos hacerlo todo bien, vamos a trabajar para vivir juntos. Estoy feliz.

Monday, April 10, 2006

And again

And again, and again, and again, and again

Luz al final del túnel

Estos son los días más maravillosos que he vivido, y sino, están entre los mejores. Recién hemos empezado a salpicarnos pasajes completos de nuestras historias. Esta facilidad no la había conocido antes, así no suelen ser los nacimientos. ¿Qué me está pasando?. Siento que esto es como si el cielo existiera, que he muerto y me acerco a la gloria. ¡Qué simpleza!

Friday, April 07, 2006

Complemento

Cada hora que paso con ella vale como otras cien. Caminamos por las calles sucias de esta ciudad chascosa, ¡conversamos!, es como si me hubiese enseñado un nuevo lenguaje, mi lenguaje, como si recién aprendiera mi lengua materna. Hace mucho que ya no tiene 21 años pero conserva intacto el carácter, la rebeldía, las ganas de cambiar las cosas, de marcar su espacio, de situarse. Ha hecho concesiones pero no se ha doblegado. Igual que yo. Pensamos igual. Sentimos igual. Hemos vivido lo mismo. Yo iba en camión, ella caminaba, los dos vagábamos por el camino. ¿Será suficiente? ¿Alcanzará?

Principio y fin

Carlos, uno de mis compañeros más alegre, dijo que dejaríamos el ir y venir diario para viajar hasta la capital. Dijo que siempre es así cuando hay fiestas, ahora toca el Día de la Madre. Cargarán el camión con electrodomésticos y haremos la ruta más larga y poco frecuentada posible.
Así fue. Partimos por la tarde pero lo importante es que cuando ya empezaba a amanecer sobre la fiera puna, el camión paró bruscamente. Baje de inmediato y me señalaron que vaya hacia adelante, entonces la vi. A diez metros de distancia estaba aquella mujer, casi como un zombie, casi como un ángel. Me gustó de inmediato y se dio cuenta. No sonrió pero hubo entendimiento en su mirada. Subió conmigo sin hablar. No hubiésemos hablado casi nada durante todo el viaje sino fuera porque la encontré releyendo sus anotaciones. Se las pedí y me dijo que eran muy malas. Insistí, escogí y leí esto:
"Yo vivo los tiempos en que la poesía se ha puesto de moda, tengo 21 años y a mi alrededor no hay más que poetas. Estoy sentada en una cafetería, los oigo, me oigo. Algunos, los que me dan risa, repiten sin cesar lo que antes leyeron, se apropian de frases y fungen de intelectuales. Otros en cambio, los que no me importan, solo esperan divertirse, ni siquiera eso, solo esperan pasar el rato, ni siquiera saben que lo que único que hacen es entretenerse, tenerse entre dos cosas, entre las dos únicas verdades, entre un principio y un fin, no se dan cuenta que uno va haciendo cualquier cosa mientras espera que el juego acabe. Eso es la vida: un principio y un fin".
Otra vez el deseo se apodera de mí. Otra vez una mujer. Otra vez quiero un abrazo, un beso, una compañía.

Sunday, April 02, 2006

Absurdo

Somos seis. Ellos llevan hasta cuatro años juntos. Como no he dado problemas, nadie se ha metido conmigo. Me hablan lo necesario y yo hago lo mismo. La única regla es estar siempre atento, defender el camión. No hay más órdenes. No hay más límites. No hay más luchas, no hay más obligaciones. No tengo familia. No amo. Puedo irme cuando quiera, puedo comer o no comer, puedo dormir o no dormir, casi podría decir que soy libre, pero esto no es libertad sino un sinsentido.