Principio y fin
Carlos, uno de mis compañeros más alegre, dijo que dejaríamos el ir y venir diario para viajar hasta la capital. Dijo que siempre es así cuando hay fiestas, ahora toca el Día de la Madre. Cargarán el camión con electrodomésticos y haremos la ruta más larga y poco frecuentada posible. Así fue. Partimos por la tarde pero lo importante es que cuando ya empezaba a amanecer sobre la fiera puna, el camión paró bruscamente. Baje de inmediato y me señalaron que vaya hacia adelante, entonces la vi. A diez metros de distancia estaba aquella mujer, casi como un zombie, casi como un ángel. Me gustó de inmediato y se dio cuenta. No sonrió pero hubo entendimiento en su mirada. Subió conmigo sin hablar. No hubiésemos hablado casi nada durante todo el viaje sino fuera porque la encontré releyendo sus anotaciones. Se las pedí y me dijo que eran muy malas. Insistí, escogí y leí esto: "Yo vivo los tiempos en que la poesía se ha puesto de moda, tengo 21 años y a mi alrededor no hay más que poetas. Estoy sentada en una cafetería, los oigo, me oigo. Algunos, los que me dan risa, repiten sin cesar lo que antes leyeron, se apropian de frases y fungen de intelectuales. Otros en cambio, los que no me importan, solo esperan divertirse, ni siquiera eso, solo esperan pasar el rato, ni siquiera saben que lo que único que hacen es entretenerse, tenerse entre dos cosas, entre las dos únicas verdades, entre un principio y un fin, no se dan cuenta que uno va haciendo cualquier cosa mientras espera que el juego acabe. Eso es la vida: un principio y un fin". Otra vez el deseo se apodera de mí. Otra vez una mujer. Otra vez quiero un abrazo, un beso, una compañía. |
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