El tren
Consuelo está molesta porque hablando de tonterías le dije que después de todo, en algún momento terminaríamos. Hay palabras así, como sueltas, que se vuelven trascendentales de acuerdo al estado de ánimo de quien las escucha. Esta vez acerté. Necesitaba esta semana libre para hacerme más amigo de su primo, bajo el pretexto de que me ayude con la reconciliación. Su primo trabaja en la Fiscalía y es muy ambicioso e impulsivo. Sus ojos brillaron cuando le dije que mi padre trabajaba en el petróleo y que me había contado que se rumoreaba que los directivos de Repsol se irían del país. Se puso a soñar de inmediato, era el caso que esperaba, maquinó, fue a hablar con su jefe y entonces la Fiscalía ordenó la detención de los principales directivos de la petrolera. España está molesta y yo podría tener una misión. Mientras espero las órdenes, aprovecho las noches libres de Consuelo. Como hace diez años. L, por ejemplo. Lo de L fue muy romántico. Amigos comunes y un encuentro en una mesa con harta cerveza servida en vasos de un litro, a la alemana. Las idas al baño y a comprar más líquido hicieron que quedáramos juntos. No encontré resistencia cuando puse mi mano sobre su pierna, así que seguí avanzando. Nos reíamos de las bromas del grupo, pensando que nadie se daba cuenta de la dulzura con que abría las piernas para darle espacio a mis dedos. ¡Y qué importaba si se daban cuenta!. Al día siguiente tenía que tomar el tren muy temprano. Fue una noche de sexo y un salir corriendo para alcanzar el tren. "¿A que hora se va tu tren?" fue lo único que me preguntó mientras me ponía la ropa y antes de volver a dormir.
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