En la frontera
El tipo ese me miró a los ojos unos largos segundos. Yo no estaba para vacilaciones y debió darse cuenta. Debió ver mi nuevo caracter de apátrida, que no tenía nada que perder, que ya no lucho por nada, la decepción, el agotamiento, el hambre. Me dijo: "Por la taurus puedo darte cincuenta soles, pero lo que necesito es alguien dispuesto a dispararla. Si te animas, ven en la madrugada, el camión sale a las tres de la mañana".
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