"Gánate a esa hembra"
Han pasado varias cosas desde la otra vez. La chica ecuatoriana, por ejemplo, mientras comiamos algo en McDonalds empezó a contarme acerca de sus paltas con la homosexualidad (me pregunto si a todas las chicas les pasa o es que a mí se me cruzan las que pasan por eso). Me contó que una vez en el baño de un restaurante una chica había entrado detrás de ella y se sacó el polo en su delante. "¿Te gustan mis senos? -le preguntó- me fijé cómo los mirabas". No le respondió, salió rápido del baño y se quedó pensando todo el día y durante una semana en si de verdad le gustaron esos senos grandes y tan bien formados. Me preguntó si era raro que pensara tanto en esos senos. Le digo, que bueno, puede ser la impresión del momento, una especie de trauma que irá pasando; pero que puede ser también que en realidad le gustaban. "¿Te gustaron?", le preguntó. Me mira y sonríe nerviosa. Prefiere contarme de otra vez en que viajó a un pueblo cercano con una amiga y se quedó en casa de otra. Su amiga se tuvo que ir y las dejó a ellas solas. Tomaron vino y que ya era hora de dormir, y que la amiga era muy bonita, y que se miraban y empezaron a comentarse sus cuerpos. Pero que las dos como que no se atrevían a ir más allá. Me confesó que esa vez sí había querido tocar a su amiga, acercarse. Se acostaron en la misma cama. Ella no durmió, se la pasó toda la noche esperando que la amiga se acercara, le insinuara algo. Y seguramente que la amiga pensaba en lo mismo. "Deberías probar -le dije- sino, como vas a saber si te gusta o no". Se rió de nuevo nerviosa. "Podemos ir a buscar una chica -propuse- yo la contacto y nos acostamos los tres". Se rió de nuevo nerviosa. No era su idea de lo que debería ser la primera vez.
En el poco tiempo que llevo acá, siguiendo el método del armenio y con la ayuda de la chica ecuatoriana, me he dado cuenta que podría aprender a hablar francés. No es tan difícil, pero hay que aguzar bien el oído. En unos meses podría estar sosteniendo conversaciones básicas. Si me quedara algunos meses. Me di cuenta además gracias a mi compañero de cuarto que anoche me sorprendió con sus queja sobre la vida, medio inglés, medio francés. Resulta que por algo que no entendí bien, había empezado a discutir con el encargado del albergue. El cuarto estaba a oscuras, el hablaba con las manos apoyadas en la ventana, mirando hacia la noche. Lo amenazó con echarlo pero él le respondió que ese lugar no era gratuito, que él pagaba por estar ahí. Que llamó a la policía y que en unos minutos llegarían a echarlo. Así es la vida -me decía- siempre el que tiene poder abusa del más débil. Me agradeció que yo no haya molestado, que lo haya saludado todas estas noches, que no me haya quejado cuando fumaba a escondidas. Que yo era un buen tipo, me deseó suerte y que si alguna vez necesitaba algo lo buscara, que siempre lavaba carros en la avenida tal. Me repitió que lo buscara si es que necesitaba algo. Que estaba un poco enfermo y gracias por no ser una molestia y ser tan tolerante. Se echó a dormir, yo también y de verdad que estaba cansado. Dormité hasta que me despertaron los fuertes golpes en la puerta y el saludo de la policía. Abrieron ellos mismos (ninguna puerta tenía seguro), eran dos de impecable azul marino, parecían salidos de un museo. Uno lanzó la luz de su linterna hacia mi compañero de cuarto, lo llamaron por su nombre, prendieron el foco de la habitación, me miraron rápidamente. Yo los miré. Entendimos que no era mi problema. Le pidieron que recoja sus cosas y se lo llevaron. Me dijeron buenas noches y se fueron.
Me despediré de la ecuatoriana. Quiere tomar las riendas. Vamos aquí, las cosas se hacen así, hablemos de esto no de aquello, etc. ¿Significa eso tener una relación? Los peruanos me habían dicho cuando me vieron con ella que si sabía hablarle, esa chica sería mía. Que las ecuatorianas son buenas, que se prenden y se sacrifican por ti, que hasta me mantendría. "Gánate a esa hembra", me recomendaban. Yo sonreía. No era mi plan. Además a mí las que me gustan son las mujeres, no las hembras. Hoy me fui con el chileno. Caminamos hasta la universidad en busca del internet gratuito.
En el poco tiempo que llevo acá, siguiendo el método del armenio y con la ayuda de la chica ecuatoriana, me he dado cuenta que podría aprender a hablar francés. No es tan difícil, pero hay que aguzar bien el oído. En unos meses podría estar sosteniendo conversaciones básicas. Si me quedara algunos meses. Me di cuenta además gracias a mi compañero de cuarto que anoche me sorprendió con sus queja sobre la vida, medio inglés, medio francés. Resulta que por algo que no entendí bien, había empezado a discutir con el encargado del albergue. El cuarto estaba a oscuras, el hablaba con las manos apoyadas en la ventana, mirando hacia la noche. Lo amenazó con echarlo pero él le respondió que ese lugar no era gratuito, que él pagaba por estar ahí. Que llamó a la policía y que en unos minutos llegarían a echarlo. Así es la vida -me decía- siempre el que tiene poder abusa del más débil. Me agradeció que yo no haya molestado, que lo haya saludado todas estas noches, que no me haya quejado cuando fumaba a escondidas. Que yo era un buen tipo, me deseó suerte y que si alguna vez necesitaba algo lo buscara, que siempre lavaba carros en la avenida tal. Me repitió que lo buscara si es que necesitaba algo. Que estaba un poco enfermo y gracias por no ser una molestia y ser tan tolerante. Se echó a dormir, yo también y de verdad que estaba cansado. Dormité hasta que me despertaron los fuertes golpes en la puerta y el saludo de la policía. Abrieron ellos mismos (ninguna puerta tenía seguro), eran dos de impecable azul marino, parecían salidos de un museo. Uno lanzó la luz de su linterna hacia mi compañero de cuarto, lo llamaron por su nombre, prendieron el foco de la habitación, me miraron rápidamente. Yo los miré. Entendimos que no era mi problema. Le pidieron que recoja sus cosas y se lo llevaron. Me dijeron buenas noches y se fueron.
Me despediré de la ecuatoriana. Quiere tomar las riendas. Vamos aquí, las cosas se hacen así, hablemos de esto no de aquello, etc. ¿Significa eso tener una relación? Los peruanos me habían dicho cuando me vieron con ella que si sabía hablarle, esa chica sería mía. Que las ecuatorianas son buenas, que se prenden y se sacrifican por ti, que hasta me mantendría. "Gánate a esa hembra", me recomendaban. Yo sonreía. No era mi plan. Además a mí las que me gustan son las mujeres, no las hembras. Hoy me fui con el chileno. Caminamos hasta la universidad en busca del internet gratuito.
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