Una perra en la madrugada
Hoy por la madrugada, cuando regresaba a mi cuarto, cuatro patitas empezaron a seguirme. Me detuve, se detuvieron; avance, avanzaron; me detuve, se detuvieron; me senté en un jardincito, merodearon a mi alrededor y luego se pusieron a descansar cerca. "Ustedes las hembras son muy extrañas", dije en voz alta. "Ya había decidido no tomarlas en cuenta y he aquí que aparecen de la nada en una oscuridad fria y se sientan a mi lado, como invitándome". Silencio. "Deberían tener guantes", dije y señalé las cuatro patitas sin medias. Temblaban. "Quizás deberiamos abrigarnos mutuamente" y me acerqué. Dos patitas se pusieron de pie, las otras dos siguieron descansando. Me apegué. "Ustedes las hembras son muy extrañas", dije en voz alta. "Con todo, quizás puedas explicarme algo acerca del sentir de las mujeres". Las cuatro patitas seguían en silencio. "Al menos deberías decir: guau", pedí."Guau", dijo y se echó a correr.
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