Sunday, October 29, 2006

Dresden

Pero estás tú. Esa certidumbre es la que me anima. Como en el descanso previo al último round de aquella pelea en la que has recibido los 400 golpes. Estás tú y eso es lo que me anima. Más bella que Dresden. Esa ciudad alejada totalmente de la guerra. Sin fábricas de nada, una ciudad para el arte en la que buscaron refugio todos quienes huían de los bombardeos, porque no había razones para atacarla. Pero la atacaron. Ya cuando la guerra había terminado o en esa última noche. Llegaron los aviones a destruir la única gran ciudad en pié. La ciudad a la que no había porque atacar salvo para castigar el alma de un pueblo. Eres como Dresden. En tí me refugió. Y me da miedo que la guerra en la que participo alguna vez te alcance. Que te destruyan solo para castigarme.
Estaba triste y deprimido cuando amanecí en Dresden. Al anochecer, mi ánimo se había endulzado y convertido en melancólico.

1 Comments:

Blogger Laura Martillo said...

Es un buen post...Lástima que Dresdén sea siempre un refugio lejano y extraño.

11:59 AM  

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