Wednesday, November 08, 2006

¿Quién podría culparlo?

Después vino el día en que él se dió cuenta de que haga lo que haga nada cambiaría. Podría tomar el camino largo o el atajo, tratar de engañarse parándose a descansar o doblando en cada esquina, pero siempre, siempre, irremediablemente, llegaría al mismo sitio, al mismo triste punto.
Ese día, Paolo podría haberse abandonado, dejarse aplastar por el destino y quizás hasta sacar la navaja y optar por lo sano. Hubiese sido comprensible que lo hiciera. Ya ni siquiera podía refugiarse en la soledad. Ahora todo era a medias, podía renunciar solo a la mitad del mundo, pero la otra mitad quedaba ahí, latiendo, demandando.
Paolo en cambio, ya sin esperanza, decidió seguir con paso cansino, deplorable, dando pena. ¿Pero, quién podría culparlo?