Ya dije que sí
Entré a la oficina, ví un par de caras soñolientas, dije "buenos días", la secretaria levantó la vista, me contestó: "buenos días". "Déjeme ver... un momentito, por favor". "Pase". El señor X era bastante joven. Recién cuando lo ví me di cuenta que estaba ante el importante Señor X, dueño de una inmensa fortuna y administrador de las empresas que su padre había fundado. No tenía mucho interés en trabajar allí, así que le hablé de lo más relajado, contándole lo que me interesaba de la vida. Me preguntó si conocía a "tal y tal" y le respondí que sí, que había sido mi jefe y que era muy buen profesional. "Él está postulando a este puesto", me contó. Se lo recomendé, total, yo no quería ese puesto. "Pero él no tiene esto que usted dice tener", agregó. Ayer el Señor X me llamó por teléfono. Dijo que debía empezar a despedirme de mis compañeros de oficina. Lo haré. Necesito irme. Cambiar. Necesito irme. "En 15 días me voy -le dije a mi jefe- ya dije que sí".
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