VII (uno o todo)
De pronto cuando estás en el aire y miras hacia abajo tomas consciencia de la inmensidad del mundo, de los millones de personas, de que eres apenas un puntito, de que tus sentimientos son solo tuyos, que puedes estar alegre o triste pero que eso no significa nada para el mundo, que la noche anterior pudo ser tu primera vez, o rompiste con el amor de tu vida, o se murió el ser más querido, pero el agua donde lavas tu rostro no dejó de pasar nunca por la cañería, el obrero encargado se levantó a la misma hora, tomó desayuno, fue a trabajar, se sentó frente al mismo tablero vigilando que la luz verde no cambie a roja; y que el piloto, la aeromoza, el resto de los 250 pasajeros, la chica portuguesa que está sentada a tu lado, cada uno de ellos carga con su propia historia, con sus propios sentimientos y todo lo que tú estás sientiendo no le toca ni un pelo. Eres uno más. Tu compañera (o) es una más. Tu enamorada (o) es una más. La finadita (o) es una más. Pero suena el celular, y alguien te dice que te extraña, que eres todo en su vida, y tú le crees: eres todo en la vida de alguien y eso te hace sentir mejor.
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