XII (interior)
Conforme pasaron los años, Nadia se dio cuenta que lo más importante si quería ser feliz era saber, a fin de cuentas y sin rodeos, qué es lo que realmente quería, que es lo que la hacía feliz. De nada valía ir a fiestas, drogarse, salir de paseo, ir al cine, conversar con las amigas, tener un buen trabajo, si es que no sabía qué es lo que era. Saberse. Cuando la conocí andaba en esa búsqueda y ya había avanzado bastante. Todos sus actos estaban llenos de tranquilidad, de reflexión, de paciencia. Podía estar en el más completo éxtasis o en la peor depresión, pero allí estaba la marca de lo tranquilo. Todas las sacudidas que tiene la vida le dolían ahora menos, extraía lecciones, escogía lo que le afectaba, y se acercaba cada vez más a lo que quería. Cuando al fin logró definirse, pudo explotar sus virtudes, dejó de buscar alguien que la entienda y que sepa quien era, y se limitó a esperar quien le ayude a hacer lo que quería no importando si llegaría o no.
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