Wednesday, August 16, 2006

Cita no pactada

¿Si alguien tuviese necesidad de mí, me encontraría? ¿Qué clase de relación tiene que haber para que alguien que quiere encontrarse con otra persona simplemente salga a la calle, tome algún carro, camine un poco, y la encuentre? Ese apego del que hablaba ese escritor argentino en que los amigos-amantes quedaban en verse un, digamos, jueves, sin precisar la hora ni el lugar, y que en efecto, el jueves se encontraran por ahí, en alguna calle o restaurante de la gran ciudad.
Algo parecido alguna vez me tocó vivir. A los dos nos gustaba ir al mismo sitio. No siempre íbamos, no siempre a la misma hora, pero habían veces en que algo me llamaba a ir, y esas veces, siempre estaba ella allí. No, no era coincidencia. Y otras yo llegaba con ganas de encontrarla y casi cuando daba por perdida mi esperanza, de pronto la veía caminando hacia la cita no pactada. Pero de eso hace tanto.
¿Cuándo fue que el amor me abandonó? ¿Qué fue lo que lo espantó? ¿y, porqué es que su ausencia no me resulta tan fatal como se podría pensar? Extraño el amor, sin duda, pero no muero sin él.
Ahora es común que no llegue a una cita no pactada. Que aquella que quiere verme simplemente no me encuentre, que se quede diez horas parada en la esquina por la que todos los días dobló y sin embargo, justo ese día, yo haya decidido tomar otro camino. Pienso que quizás lo que pasa es que no me necesita. Tal vez requiere sentirse un poco abandonada, un poco solitaria y que mi no-estar sea mi mejor forma de ayudarla. Que llene ese vacío con vacío y no con mi compañía. Porque, después de todo, el amor, la sensibilidad, la delicadeza, hace casi una década que me abandonó.