Romanticismo III

Verte salir desnuda de aquella nuestra cama me ha comprobado la suerte que tengo de haber nacido en un mundo como el actual. ¡Gracias Internet! ¡Gracias Google! ¡Todos los consejos que encontré funcionaron! Llamar por la mañana y por la tarde por cualquier cosa durante tres días, contarte una pequeña tragedia por la que estaba atravesando, mandarte flores a tu trabajo en agradecimiento por haberme escuchado, llamarte luego para invitarte a salir. Ir a recogerte, llevarte al restaurante caro porque es lo que tú te mereces. La mesa perfecta, mantel de colores claros, con una vela roja en medio de las copas de vino, mucho vino, la cena afrodisiaca, y claro, hasta comí un poquito de perejil para mejorar el aliento. Abrirte la puerta del auto, poner música relajada, no manejar demasiado rápido porque es muy valiosa a quien estoy llevando, regalarle un sencillo a los niños porque no puedo soportar la pobreza y la injusticia, invitarte una última taza de café, ser cortés, dejarte la última decisión, en fin, terminar aquí viéndote salir desnuda de la cama.