Saturday, June 17, 2006

La leyenda de Junio (El Éxodo. Fin)

Un día en que miles de dalomistas estaban en la playa, se escucho un continuo ulular de sirenas. Al principio nadie les hizo caso, ocupados como estaban cada quien en lo suyo, hasta que alguien levantó la vista y grito: "¡Nos han rodeado!, ¡Nos han rodeado!" Entonces todos se levantaron, sacudieron la arena de sus cuerpos y miraron hacia donde estaban los policías. Hubo una tensa calma hasta que desde uno de los patrulleros alguien amplificó su voz con un megáfono y grito. Por orden del Presidente de la República, se ha decidido crear en esta playa una villa en la que deberán vivir todos aquellos que se reconozcan como dalomistas. Nadie podrá cruzar el cerco que empezaremos a construir hoy mismo, salvo a los que se nombre como comerciantes, quienes podrán ingresar a la villa los alimentos que requieran para subsistir. Al presidente le parecía que los Dalomistas eran un peligro para su democracia y por tanto era mejor marginarlos y sumirlos en la pobredumbre para que nadie mas quiera sumarse a este movimiento subversivo.
Pero la vida en la Villa Dalomista era tan apacible que cada vez más y más y más gente pedía cruzar el cerco e instalarse allí. Incluso, surgieron espontáneamente más villas Dalomistas en el resto del país y luego en diversas partes del continente. Cuando el presidente del país vecino vio eso, nos acusó ante la ONU de ser exportadores de una ideología dañina para la humanidad y solicitó que si nuestro país no lograba controlar este brote de insurrección, el Consejo de Seguridad debía intervenir. La propuesta fue respaldada por los miembros del Consejo de Seguridad, pues sus transnacionales estaban alarmadas ante el crecimiento del Dalomismo, pues sus seguidores se limitaban a consumir solo lo necesario y no se volvían adictos a ningún tipo de entretenimiento. Decían que la demanda mundial estaba cayendo por culpa de los dalomistas, y que los analistas bursátiles tomaban en cuenta el crecimiento diario de esta corriente, para estimar en cuanto debían bajar las acciones de las transnacionales. Las bolsas de valores de Nueva York, Tokio y Londres estaban en caída libre a causa del ahora conocido a nivel mundial "Efecto Dalomista".
Fue esa vez en que soldados de todo el mundo llegaron a nuestro país. Pero ejercito que llegaba debía abortar su misión por dos motivos: los soldados terminaban de padres de familia o se convertían al Dalomismo.
La demanda mundial había alcanzado el nivel más bajo de los últimos 60 años, es decir, desde 1945 cuando finalizó la guerra mundial de los 31 años; y las primera transnacionales empezaron a quebrar (la caída en el valor de sus acciones hizo que los bancos que les otorgaban créditos con garantía en esas acciones, les pidieran dinero en efectivo que no tenían a causa de las menores ventas). Pero llegó la solución.
Apareció una joven e ingeniosa ejecutiva, que recordando el viejo concepto de "toda crisis encierra una oportunidad", planteó la siguiente solución: Nuestro país debía donar a la humanidad el 80% de su territorio, desde los Andes hasta la Amazonía, para que los seguidores del Dolomismo de todo el mundo se instalen allí. Al mismo tiempo, iniciar una agresiva campaña de publicidad a nivel mundial denigrando al fundador del Dalomismo, Junio, y a la vez, fomentando el consumo pero gradualmente y a través de mensajes subliminales. Nuestro país, se vio reducido así a solo la franja costera que hoy tenemos, pero mantuvo el monopolio de las vías de comunicación hacia el país de los dalomistas. La comunidad internacional nos ayudó a crear paquetes turísticos para visitar a los dalomistas, que son ahora nuestra principal fuente de ingreso y que nos permite a todos vivir bien sin necesidad de trabajar. Por eso le debemos tanto a Junio.
- Grandfy, ¿y Junio aceptó irse a su nueva casa?
- Que buena pregunta. Pero en efecto, todo el plan funcionaría solo sí los dalomistas aceptaban marcharse hacia el ande. Cuando el comandante supremo de las fuerzas de la ONU se acercó a Junio a hacerle el ofrecimiento, Junio solo encogió los hombros y dijo, "da los mismo". Cogió su chaqueta y empezó a caminar hacia el Este.
- Grandfy, yo también quiero ser dalomista
- Ay, pequeño, eso lo podrás decidir cuando seas grande. Pero te voy a decir un secreto, yo soy dalomista, creo que tu padre también lo es, es más, creo que todos en el país somos dalomistas, pero no lo decimos porque si vives en esta parte, puedes estar cómodamente sentado sin mayores preocupaciones, en cambio, si cruzas la frontera, no tendrás tantas comodidades y tendrás que vértelas por tí mismo. Pero bueno, ya tendrás ocasión de escoger.

1 Comments:

Blogger Laura Martillo said...

Ay Junio! Mejor no comento porque...da lo mismo.

10:52 AM  

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