El juicio
Una pared sin tarrajear atraviesa el escenario de lado a lado. En medio, una puerta cerrada color marrón. Alguna pinta sobre la pared del tipo: Ángela te amo en medio de un corazón. Quizás un afiche político de hace tres elecciones. Un Alianza Corazón. Todo debe hacer ver que se trata de una pared de callejón o de un barrio popular.
Telón cerrado. Cuando la tercera campana ha sonado se apagan las luces de todo el teatro. Cinco segundos después, el telón se corre, las luces del escenario se prenden y dejan ver la pared, la puerta, y se escucha el jadeo de una pareja detrás de la pared. Han iniciado el coito, así que los sonidos van aumentando de intensidad hasta llegar al clímax. Descansan un poco, ella lanza una especie de queja (no es que quiera más, más bien parece que se opone, pero es apenas una queja, muy débil, casi imperceptible). Reanudan, esta vez todo es más lento pero se escucha igual de delicioso. Acaban. Se escucha un ligero sollozo. Se abre la puerta, sale un hombre acomodándose la camisa dentro del pantalón, se sorprende ante el público, mira a cada uno desafiante, como ve que nadie dirá nada, lanza un escupitajo, sale del escenario mientras termina de abotonarse la camisa.
Luego sale la mujer con escasa ropa pero vestida. Es bella, joven, bastante voluptuosa. Mira hacia los dos lados y se molesta. Mira al público. Está llorando. Cae de rodillas, abatida. Levanta la vista y dice: "Él abusó de mí. Él se metió en mi cama mientras yo dormía y con su fuerza me dominó..."
- ¡Mentira! -grita alguien entre el público desde el lado izquierdo del teatro- Usted estuvo de acuerdo, todos lo escuchamos (Está enternado, bien peinado, es un abogado)
- "Objeción, su señoría -se levanta otro abogado desde el lado derecho de las butacas- El abogado defensor trata de influir en el jurado. No se puede deducir nada de los sonidos escuchados.
- Prosigo -dice el abogado defensor- Dígame, señorita, desde cuando conoce a mi cliente
- Desde que tengo recuerdo.
- ¿Alguna vez se portó mal con usted?
- No, siempre fue mi protector, después de todo él...
- No interprete. Sólo responda a lo que se le pregunta... Dígame, siente usted cariño por él
- Bueno, sí.
- ¿Alguna vez le dijo que lo amaba?
- Sí
- ¿Durmió antes con él?
- Sí, pero...
- Solo conteste mis preguntas
- ¡Protesto su Señoría!
- La pregunta ayudará a entender la relación que tenía mi cliente con esta mujer, Señoría
- Es usted cariñosa con él
- Sí
- Dígame, ¿durmió antes con él?
- Sí
- ¿Y recuerda haber amanecido en sus brazos?
- Sí... (llorando)
- Y esas veces, ¿mi cliente la tocó alguna vez?
- No... (gime)
- Recuerde lo que pasó esta noche. Usted dormía, pero ¿sintió cuando mi cliente se acostó en su cama?
- Sí (ya recuperada y seria)
- ¿Le pareció extraño?
- Un poco, sí
- Pero lo aceptó. ¿Le gustó que lo hiciera?
- Sí, pero es que... (vuelve a llorar)
- Sólo conteste, señorita, ya estamos cansados de sus explicaciones. ¿Usted lo aceptó en su cama y ahora viene a decirnos que abusaron de usted? Basta de mentiras. No queremos saber más, quizás usted hasta lo ayudó a desnudarse.
- ¡Protesto, su señoría! –el otro abogado
- No... yo no sabía (estalla en llanto, cae presa del nerviosismo) Es usted un maldito, algún día lo pagará.
- Es todo su señoría. Ya acabé. Señores del jurado, es esta mujer la que sedujo a mi cliente. No se dejen impresionar por las lágrimas ni por nada que pudiera decir. Esta mujer siempre quiso acostarse con mi cliente, hoy lo logró, lo disfrutó y al sentirse abandonada quiere echarle la culpa a mi cliente quien es mas bien el abusado.
La mujer no puede recuperarse, sigue llorando. El juicio acaba. Los abogados se retiran. Las luces del escenario se apagan, solo se escucha el gemido de la mujer. Las luces de las butacas se encienden.
La mujer se queda callada e inmóvil.
Cuando el público aplauda o empiece a levantarse. La mujer se incorporará, hará una venia con una sonrisa forzada. Se acercarán los demás actores y saludarán también con venias.
El hombre se pondrá al lado de la mujer y le tomará la mano. Ella zafará y volverá a llorar. Gritará: "Él es mi padre".
Cae el telón.
Telón cerrado. Cuando la tercera campana ha sonado se apagan las luces de todo el teatro. Cinco segundos después, el telón se corre, las luces del escenario se prenden y dejan ver la pared, la puerta, y se escucha el jadeo de una pareja detrás de la pared. Han iniciado el coito, así que los sonidos van aumentando de intensidad hasta llegar al clímax. Descansan un poco, ella lanza una especie de queja (no es que quiera más, más bien parece que se opone, pero es apenas una queja, muy débil, casi imperceptible). Reanudan, esta vez todo es más lento pero se escucha igual de delicioso. Acaban. Se escucha un ligero sollozo. Se abre la puerta, sale un hombre acomodándose la camisa dentro del pantalón, se sorprende ante el público, mira a cada uno desafiante, como ve que nadie dirá nada, lanza un escupitajo, sale del escenario mientras termina de abotonarse la camisa.
Luego sale la mujer con escasa ropa pero vestida. Es bella, joven, bastante voluptuosa. Mira hacia los dos lados y se molesta. Mira al público. Está llorando. Cae de rodillas, abatida. Levanta la vista y dice: "Él abusó de mí. Él se metió en mi cama mientras yo dormía y con su fuerza me dominó..."
- ¡Mentira! -grita alguien entre el público desde el lado izquierdo del teatro- Usted estuvo de acuerdo, todos lo escuchamos (Está enternado, bien peinado, es un abogado)
- "Objeción, su señoría -se levanta otro abogado desde el lado derecho de las butacas- El abogado defensor trata de influir en el jurado. No se puede deducir nada de los sonidos escuchados.
- Prosigo -dice el abogado defensor- Dígame, señorita, desde cuando conoce a mi cliente
- Desde que tengo recuerdo.
- ¿Alguna vez se portó mal con usted?
- No, siempre fue mi protector, después de todo él...
- No interprete. Sólo responda a lo que se le pregunta... Dígame, siente usted cariño por él
- Bueno, sí.
- ¿Alguna vez le dijo que lo amaba?
- Sí
- ¿Durmió antes con él?
- Sí, pero...
- Solo conteste mis preguntas
- ¡Protesto su Señoría!
- La pregunta ayudará a entender la relación que tenía mi cliente con esta mujer, Señoría
- Es usted cariñosa con él
- Sí
- Dígame, ¿durmió antes con él?
- Sí
- ¿Y recuerda haber amanecido en sus brazos?
- Sí... (llorando)
- Y esas veces, ¿mi cliente la tocó alguna vez?
- No... (gime)
- Recuerde lo que pasó esta noche. Usted dormía, pero ¿sintió cuando mi cliente se acostó en su cama?
- Sí (ya recuperada y seria)
- ¿Le pareció extraño?
- Un poco, sí
- Pero lo aceptó. ¿Le gustó que lo hiciera?
- Sí, pero es que... (vuelve a llorar)
- Sólo conteste, señorita, ya estamos cansados de sus explicaciones. ¿Usted lo aceptó en su cama y ahora viene a decirnos que abusaron de usted? Basta de mentiras. No queremos saber más, quizás usted hasta lo ayudó a desnudarse.
- ¡Protesto, su señoría! –el otro abogado
- No... yo no sabía (estalla en llanto, cae presa del nerviosismo) Es usted un maldito, algún día lo pagará.
- Es todo su señoría. Ya acabé. Señores del jurado, es esta mujer la que sedujo a mi cliente. No se dejen impresionar por las lágrimas ni por nada que pudiera decir. Esta mujer siempre quiso acostarse con mi cliente, hoy lo logró, lo disfrutó y al sentirse abandonada quiere echarle la culpa a mi cliente quien es mas bien el abusado.
La mujer no puede recuperarse, sigue llorando. El juicio acaba. Los abogados se retiran. Las luces del escenario se apagan, solo se escucha el gemido de la mujer. Las luces de las butacas se encienden.
La mujer se queda callada e inmóvil.
Cuando el público aplauda o empiece a levantarse. La mujer se incorporará, hará una venia con una sonrisa forzada. Se acercarán los demás actores y saludarán también con venias.
El hombre se pondrá al lado de la mujer y le tomará la mano. Ella zafará y volverá a llorar. Gritará: "Él es mi padre".
Cae el telón.
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