Y claro, quién no quisiera ser Pulgarcito
Mientras más relaciones sexuales tengo, mayor curiosidad me genera la vagina y todas sus partes, formas, sabores, temperaturas, texturas y olores. De hecho, me gustaría ser Pulgarcito y perderme en alguna cueva húmeda, divertirme haciendo cosquillas por aquí y por allá. Pulgarcito, eso quiero ser.Acercarme con todo el instrumental cargado, vislumbrar desde tu ombligo la tierra prometida. El jardín de las delicias está en las profundidades de la piel. Acercarme lento, provocando pequeños temblores de tensión, haciendo que frotes tus piernas. Iré silbando. Me creeré entonces un enanito. El enano minero, silbando y cantando.
LLegaré a tu borde superior y entonces seré un Pulgarcito oriental, me sacaré los zapatos para que sientas mejor mi piel pisando tu clítoris y te oiré por primera vez. Me convertiré en Pulgarcito pisador de uvas, porque tu clítoris no se anda con delicadezas, le gusta la presión y el frote, la pisada de mis pequeños pies, chac, chac; chac, chac; chac, chac; chac, chac; y obtendré el mejor vino jamás tomado.
Pulgarcito, eso quiero ser. Separar con cuidado los labios, el musgo sabroso, elixir de los dioses, y entrar en aquella oscuridad envolvente y deseosa en la que cualquiera se podría perder, en la que todos los que entran se pierden a pesar de saber a donde se va. Sé adonde voy pero prefiero perderme un rato en el camino y explorar tantos otros sitios antes de llegar a ese lugar en el techo aspero y rugoso, ese lugar generador de temblores, al centro del mundo. Ese punto en el que si tu orificio fuera boca, sería la campanilla de la garganta. La campanilla que aletea cual mariposa, que si la tocas te acaricia y entrega aire rápidamente para ayudarte a soportar la alta temperatura de tu bajo vientre. Eso ni tú lo sabes, pero convertido en Pulgarcito podré comprobar lo que me ha transmitido el músculo aquel, innombrable, tan querido y dueño de esa casa. Pulgarcito, eso quiero ser y poder conocerte.
Empujar, empujar como si quisiera hacerte una cesarea desde tu interior; provocando el fin del mundo, la caída de tus piernas, el sacudir de tu cabeza, los alaridos de tu garganta mientas yo empujo y empujo la puerta del infierno que hace que sudes, que tus manos se desesperen por coger algo y que tu mente se vaya lejos muy lejos huyendo de los calambres y ahogos mientras empujo y empujo con mi espalda dentro tuyo, Pulgarcito, Pulgarcito, eso quiero ser.
LLegaré a tu borde superior y entonces seré un Pulgarcito oriental, me sacaré los zapatos para que sientas mejor mi piel pisando tu clítoris y te oiré por primera vez. Me convertiré en Pulgarcito pisador de uvas, porque tu clítoris no se anda con delicadezas, le gusta la presión y el frote, la pisada de mis pequeños pies, chac, chac; chac, chac; chac, chac; chac, chac; y obtendré el mejor vino jamás tomado.
Pulgarcito, eso quiero ser. Separar con cuidado los labios, el musgo sabroso, elixir de los dioses, y entrar en aquella oscuridad envolvente y deseosa en la que cualquiera se podría perder, en la que todos los que entran se pierden a pesar de saber a donde se va. Sé adonde voy pero prefiero perderme un rato en el camino y explorar tantos otros sitios antes de llegar a ese lugar en el techo aspero y rugoso, ese lugar generador de temblores, al centro del mundo. Ese punto en el que si tu orificio fuera boca, sería la campanilla de la garganta. La campanilla que aletea cual mariposa, que si la tocas te acaricia y entrega aire rápidamente para ayudarte a soportar la alta temperatura de tu bajo vientre. Eso ni tú lo sabes, pero convertido en Pulgarcito podré comprobar lo que me ha transmitido el músculo aquel, innombrable, tan querido y dueño de esa casa. Pulgarcito, eso quiero ser y poder conocerte.
Empujar, empujar como si quisiera hacerte una cesarea desde tu interior; provocando el fin del mundo, la caída de tus piernas, el sacudir de tu cabeza, los alaridos de tu garganta mientas yo empujo y empujo la puerta del infierno que hace que sudes, que tus manos se desesperen por coger algo y que tu mente se vaya lejos muy lejos huyendo de los calambres y ahogos mientras empujo y empujo con mi espalda dentro tuyo, Pulgarcito, Pulgarcito, eso quiero ser.
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