Y claro, solo fue una pesadilla
Desperté con mucha angustia. Me levanté de inmediato y fui a ver la cuna donde descansaba mi niña. No había crecido. Seguía siendo la misma bebé que dejé la noche anterior. En mi sueño, estaba grande, como de cinco años, y tenía una hermana de dos. Yo ya no vivía con ellas, su madre me las había quitado y yo me había marchado de la casa. En mi sueño, su madre hacía sufrir a mis hijas. Regresando del colegio hacía que las acompañara donde ella quisiera ir, de compras, de ventas, a ver a su nuevo novio, a conversar con alguna amiga; siempre arrastraba a mis hijas y no regresaba sino hasta las 11 o 12 de la noche, sin haberles dado de comer siquiera. Y mis hijas tenían que ir hacia el colegio a las 7.20 de la mañana. Las levantaba como sea, las mandaba al colegio sin tomar desayuno, sin lavarlas ni peinarlas, dormidas aun. Y luego ella se echaba a dormir tranquila hasta el mediodía. En mi sueño, muchas peores cosas pasaban, pero prefieron no contarlas. Y yo quería recuperarlas, pero para los jueces mejores son las madres que los padres.
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