Negación
Ayer me contaron la historia de los perros colgados en las postes de luz de la Colmena.
Rememoraron las bombas, los apagones, la falta de micros y combis.
Recordaron a un amigo que una vez en un concierto de la carpa del puente Santa Rosa les dijo que entraba en la guerra; que era tan descuidado que lo descubrieron casi en seguida, pero que nunca dio más nombres y que sigue encerrado.
Y a otro amigo enrrolado en la Marina que se la pasó de patrulla en patrulla por la sierra-selva de Ayacucho hasta que cayó en acción; y de un amigo de un vecino que sigue extrañando su pierna.
Me hablaban y me contaban todo como si fuera una película en la que ellos no hubiesen participado.
Me preguntaba por qué un grupo de seres humanos prefiere negarse su historia, y por tanto pensar que nada ha pasado y que todo está permitido.
Más adelante y hablando de otras cosas, me dieron la respuesta: yo no recuerdo nada de cuando tenía cuatro años. La ciudad de los niños.
Rememoraron las bombas, los apagones, la falta de micros y combis.
Recordaron a un amigo que una vez en un concierto de la carpa del puente Santa Rosa les dijo que entraba en la guerra; que era tan descuidado que lo descubrieron casi en seguida, pero que nunca dio más nombres y que sigue encerrado.
Y a otro amigo enrrolado en la Marina que se la pasó de patrulla en patrulla por la sierra-selva de Ayacucho hasta que cayó en acción; y de un amigo de un vecino que sigue extrañando su pierna.
Me hablaban y me contaban todo como si fuera una película en la que ellos no hubiesen participado.
Me preguntaba por qué un grupo de seres humanos prefiere negarse su historia, y por tanto pensar que nada ha pasado y que todo está permitido.
Más adelante y hablando de otras cosas, me dieron la respuesta: yo no recuerdo nada de cuando tenía cuatro años. La ciudad de los niños.
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